• Turismo en Los Molles, Pichicuy y La Ballena avisora severa crisis

    Al ingresar al balneario de Los Molles se divisa la figura de una mujer que trata de llamar la atención de los conductores que pasan hacia la playa con un cartel. De esta manera, quien se identifica solo como Sandra, busca atraer a los veraneantes para que le arrienden la cabaña que tiene en lo alto de un sector donde hay varias propiedades de este tipo.

    "Yo soy de Santiago, aunque me vine a establecer aquí hace más de un año, allá trabajaba en un banco y quedé sin pega. Aquí en Los Molles habían cerrado hace unos meses y hacían turnos para vigilar que nadie entrara, pero ahora que empezó el verano pasa esto que ponen cuarentena los fines de semana. Se puso difícil la cosa, por eso salgo con este cartel, antes no era necesario", dice esta capitalina, que igual espera que lleguen turistas, ya que "por último se vendrán los viernes para estar aquí el fin de semana. En todo caso, uno espera que la gente tenga conciencia y respeten las normas, los mollinos son organizados, tenemos grupos de whatsapp y si alguien ve personas o grupos que andan dando vuelta sin rumbo o sin mascarilla, nos avisamos. Las cabañas las tenemos que desinfectar y tenerlas sin uso por 24 horas antes de arrendarlas de nuevo, ese es el protocolo que debemos seguir", cierra.

    En el restaurant Aromas de Familia, Víctor Abarca es el administrador junto a su señora, y cuenta con resignación que "hace un año y medio que partimos con este negocio, y desde entonces, con suerte hemos tenido abierto unos meses, ya que nos tocó estallido primero y ahora pandemia. Estamos funcionando con pocas mesas en la terraza, por precaución y prevención. Aquí estuvimos seis meses sin turismo, ya que estuvo cerrado el acceso al pueblo. Tal vez por eso en octubre y noviembre vino mucha gente a Los Molles, fue como un anticipo del verano, pero con esta medida de la fase dos, se complica todo. Uno invierte, se planifica, contrata personal y lo más probable es que debamos reducirnos, ahora tenemos a dos niñas trabajando".

    La gastronomía del balneario se verá seriamente afectada, pues como dice Abarca, "los domingos recibimos a mucha gente que llega de Calera, Quillota, Quintero, La Ligua; que viene por el día. ¿Y ahora?".

    MENOS TURISTAS

    En La Ballena el recorrido por el camino que conduce al borde costero sirve para constatar que hay muchos negocios y boliches que permanecen cerrados. Anda muy poca gente, no hay casi nada de ambiente a diferencia de otros años. En medio de la soledad, Guillermina Méndez atiende su almacén y comenta que "a fin de año y el fin de semana pasado se vio más gente por aquí, pero uno ve que muchos andan muy relajados, sin mascarilla o entrando de varios a los negocios. Hay que tomar conciencia, más en este lugar en que ni siquiera tenemos una posta cerca, creo que la de Los Molles está cerrada también, así que si alguien se enferma hay que llevarlo a la Ligua no más. Yo tengo una contradicción, porque necesito que lleguen turistas, pero me da miedo porque tengo un hijo con discapacidad, ¿y si llega alguien con el virus?

    En Pichicuy definitivamente a los comerciantes no les hace ninguna gracia estar en fase dos. Frente a la playa, Nancy Lazcano Palominos se instala todos los años en un local donde vende bebidas, helados, abarrotes y artículos como baldes, palas y tablas de surf que las arrienda por una tarde. "Estoy aquí de diciembre a marzo, ya está todo invertido, pedimos con mi marido un préstamo en el banco, ¿y qué vamos a hacer ahora? Tenemos que quedarnos igual. Estábamos esperanzados con el verano, pero ahora no anda casi nadie, años anteriores la playa estaba llena. Con esta medida estamos con ataque", lamenta la comerciante oriunda de la comuna de Peñalolén, en Santiago.

    Por lo mismo, critica que "las ferias y los mall están repletos, y aquí nos vienen a cerrar la playa el fin de semana. ¡Esto no tiene nombre!, tendremos que remar para no ahogarnos. Yo puedo abrir igual, pero ¿de qué me servirá?, si los carabineros ya vinieron y advirtieron que no dejarán entrar a nadie a la playa", reclama la mujer.

    ¿A QUIÉN LE VENDERÁN?

    Claudio Núñez en tanto, como integrante del rubro de los pescadores de este popular balneario, alega "que en agosto tendrían que haber cerrado aquí, no ahora. Nosotros lo que pescamos se lo vendemos en su gran mayoría a los turistas y a los comerciantes mayoristas que vienen por sus productos del mar los fines de semana. Muchos de nosotros pasaremos hambre, pero las playas de los ricos, Papudo, Cachagua y Zapallar, esas sí que no las cierran".

    Al borde de la arena, Javiera Mardones tiene su puesto de baldes y paletas de playa. La joven se lamenta porque "ha estado malo, con poca gente, y ahora que cierran los fines de semana, imagínese. Ya no llegarán los buses llenos que venían de Santiago, de Calera y de otras partes, que traían gente que venía por el sábado y el domingo. Lo que encuentro más curioso, es que den permisos para salir de vacaciones, pero a esta playa no se podrá entrar".

    Carolina Verdugo por su parte, tiene su carrito de jugos y pizzas, y dice molesta que estuvo "todo el año esperando el verano y ahora cierran los fines de semana. Solo queda que llegue algo de gente los demás días. Por un lado es bueno porque la salud está primero, pero afectará en lo económico para nosotros, porque aquí a Pichicuy siempre ha venido mucha gente por el fin de semana". J