• Renovación y servicio personalizado: así sobreviven los negocios de barrio

    Si hay un sector que se las ha debido ingeniar para sobrevivir durante estas semanas en Quillota, y en especial durante las últimas dos de confinamiento obligatorio, ese ha sido el comercio de barrio. Es que con solo dos permisos semanales (para variados temas), las personas han preferido ir de compras al supermercado y evitar tomar un permiso solo para ir al almacén de la esquina. La Estrella visitó cuatro negocios de barrios y en todos la lectura es la misma: el público ha bajado.

    Pero los comerciantes no se han quedado de brazos cruzados. En Santa Teresita, El Sendero o la calle O'Higgins se las han arreglado para sobrevivir justamente de la mano de lo que hace distinto al negocio de barrio: la atención personalizada.

    Con los vecinos encerrados en casa, muchos han tenido el cuidado de evitar que los adultos mayores y enfermos crónicos salgan de sus hogares y les acercan los productos a la puerta de sus hogares. Y como estamos en la era digital, el whatsapp ha sido fundamental para esas coordenadas.

    El rey del anticucho

    Francisco Tapia era, hasta antes del inicio de la pandemia, el "rey del anticucho" en los locales de la cada vez más poblada villa El Sendero. Y lo era porque, afuera de su local "Donde Pancho", se instalaba con su parrilla y vendía anticuchos a buen ritmo y de comentada calidad.

    Claro, hasta que llegó la pandemia y ahí el glorioso "rey del anticucho" terminó por convertirse en el "rey de la mascarilla", como lo dice un modelo que lleva consigo durante esta entrevista.

    El comerciante cuenta que ese es el emprendimiento de su hijo, el que debió variar un poco el rubro para poder sobrevivir. Las ofrece a mil y mil quinientos pesos y, según cuenta, con la cuarentena obligatoria la venta ha caído, porque simplemente "la gente no está saliendo".

    Pero aunque le duele la falta de clientes, Francisco no oculta su alegría. "Que venga poca gente es señal de que nos estamos cuidando, que la gente está haciendo caso y eso es bueno. Cuando todo pase, volverán y acá los estaremos esperando", dice el almacenero, quien detalla que por estos días lo que más se vende son las cebollas al escabeche.

    "Lo que ocurre es que la gente hace muchos porotos, lentejas, y las lleva harto", cuenta del otro lado del mesón.

    A los abuelitos

    La Villa Santa Teresita y la 4 de Octubre son dos de las poblaciones más tradicionales de Quillota. Para nadie es un secreto que en esas zonas viven las poblaciones más adultas de Quillota. Y más que claro lo tienen quienes atienden negocios en la zona.

    Por eso no extraña que para Rosa Ramírez y María Pino, cuyos minimarket está en la calle Arauco, la atención de los abuelitos sea una prioridad desde que comenzó a golpear el COVID-19 en el país.

    "Mi marido trabaja por whatsapp y yo llevo a las casas para tener algo más", cuenta, desde el minimarket "Estefanía", Rosa Ramírez, quien destaca que muchas son las vecinas que raudas llegan a comprar.

    María Pino, de "Los Gorditos", agrega que las personas aprovechan sus salidas al supermercado para pasar "a la vuelta" a comprar a su negocio, el que si bien tiene como atractivo principal la comida para perros y gatos -además de accesorios varios-, igualmente vende productos para el consumo de la familia.

    Para cumplir el sueño

    Julio Aranda y Mónica Escalante trabajan en el rubro de la gastronomía y tras quedar sin trabajo en Coquimbo decidieron volver a Quillota.

    Lo hicieron para vender pan amasado y ahora hasta dulces y queques. Lo hacen desde la casa del papá de Julio, un hombre que amasó por 18 años en la panadería de Guillermo Buguedo en Quillota y luego en Nogales, donde falleció.

    Justamente, luego de su partida, Julio y Mónica trabajan ahora para cumplir el sueño que no pudo ver el patriarca: que en su casa haya una panadería.

    Y eso es lo que hacen día a día ambos, apoyados por los vecinos de calle O'Higgins con Almirante Riveros, quienes no dejan de preferir sus productos día a día.

    "La gente pasa en el auto y ve ese cartel que tenemos en la esquina y que nos ha dado las luquitas para vivir. Y bueno, los vecinos de acá que vienen o nos piden sus pedidos diarios", cuenta Julio. J

  • Botillerías seguirán cerradas

    Desde que se inició la cuarentena, una de las dudas que enfrentaron en el comercio estuvo en la apertura de las botillerías. No considerados un negocio esencial, los botilleros reclamaron porque supermercados y almacenes sí podían vender vinos y licores sin problemas. Ayer el seremi de Salud lo aclaró todo: las botillerías no podrán abrir durante la cuarentena.