• "Perdimos contacto y nosotros sabemos que perder ese contacto es perder a los niños..."

    La pandemia azotó fuerte a varios sectores de la sociedad. La educación no se queda fuera, pues desde marzo las puertas de los colegios se encuentren cerradas en la mayoría del territorio nacional. Lo anterior implica que varios niños y niñas de establecimientos municipales hayan perdido el contacto con sus docentes.

    Sarita Castillo (30), profesora de lenguaje en el liceo Pedro de Valdivia de La Calera, confiesa que se trata de un escenario complejo. Ella tiene más de 150 alumnos, pertenecientes al ciclo de enseñanza media. Comenta que antes de la pandemia, durante los cuatro años de docencia que lleva en el establecimiento, ha tenido casos dramáticos desde el punto de vista social. "A mí me asesinaron un alumno, por drogas", cuenta.

    Pero el no ver a sus estudiantes durante meses ha afectado a la profesora y a sus demás colegas. "Nosotros, además de ser profes, somos un ente social súper potente en Calera", asegura. La docente evidencia que, en medio de la pandemia, se debilitan los lazos afectivos, emocionales y sociales dentro la comunidad educativa.

    Castillo relata que la realidad que aprecia el cuerpo académico del liceo es que varios de sus alumnos viven en condiciones que no son las óptimas. Muchas veces, asegura, son los mismos profesores quienes apoyan a las familias con mercadería, van a buscar a sus estudiantes a sus hogares o les dan una mano para pagar cuentas básicas.

    Algunos de sus alumnos no cuentan con computadores o celulares para poder conectarse. Y hay familias que tampoco abren las puertas cuando los profesores van a visitarlos para saber cómo están.

    "Perdimos contacto y nosotros sabemos que perder ese contacto es perder a los niños, el día de mañana quizás no vuelvan cuando tengamos que volver. ¿Por qué? Porque se los comió la calle, la flojera o la condición", reflexiona Castillo.

    Uno de los temores de Sarita Castillo es el mañana, pues le angustia pensar en el retroceso social y pedagógico que podrían tener sus alumnos. Esta preocupación se debe a que existe "un trabajo diario con ellos, no los puedes soltar. Ahora están en sus casas, pero muchas veces los papás no tienen las herramientas necesarias. Tenemos un programa de integración donde hay educadoras diferenciales, sicopedagoga, fonoaudióloga, tenemos un buen recurso humano y funciona, estábamos consiguiendo hartos avances con varios, pero perdimos todo".

    Conectividad

    Actualmente, el trabajo que realiza el cuerpo docente del liceo Pedro de Valdivia "viene de nosotros mismos", dice Sarita Castillo. Fue así como la comunidad educativa se organizó para funcionar como red de apoyo de alimentos y canastas familiares para sus estudiantes.

    Los profesores del establecimiento municipal -al inicio de la pandemia- realizaron un catastro del estudiantado. Castillo asegura que quedaron gratamente sorprendidos, pues los alumnos contaban con un alto nivel de conectividad. Sin embargo, al momento de las primeras entregas de actividades educacionales, no todos pudieron acceder a las clases o descargar las guías. Lo anterior debido a problemas de conexión de internet o desconocimiento del uso de plataformas.

    Hoy, vía Zoom, el liceo ofrece tres clases diarias sobre un tema, con una duración de una hora cada una. Las complicaciones están en la realidad de cada alumno, precisa Castillo, pues no todos tienen la disponibilidad para conectarse por distintas razones tales como problemas para pagar el internet, falta de computadores o padres que deben salir a trabajar y no disponen del tiempo para apoyar a sus hijos.

    Los objetivos educacionales, pedagógicos, enfocados en un aprendizaje real, no se están cumpliendo desde el punto de vista de Sarita Castillo.

    Si bien el liceo está ofreciendo múltiples herramientas para subsanar las consecuencias de la pandemia en el aprendizaje de los estudiantes, no todos pueden acceder a ellas. La adaptación a clases online ha tomado tiempo, pues la profesora ha tenido que ir aprendiendo y enseñando sobre la marcha. J

    Esto es un trabajo diario, no los puedes soltar. Ahora están en las casas, pero muchas veces los papás no tienen las herramientas necesarias".