• Más de 30 tumbas de niños están abandonadas en un cementerio

    En el mismo camino que lleva a Rautén, a unos 15 kilómetros del centro de Quillota, se encuentra el sector de El Manzanar, caserío rural que destaca por su antigua capilla y su pequeño cementerio, que acoge a 196 personas.

    Allá son todos parientes, y entre los Tapia, los Cisternas, los Fredes y los Correa completan casi la totalidad de los habitantes del pueblo. Muchos se fueron, otros quedaron, pero quienes ya no viven en ese lugar piden pasar el resto de sus días ahí, en el Cementerio Parroquial de El Manzanar.

    Pese a que ahora está en manos de la Junta de Vecinos, sigue llevando el nombre de "parroquial", en señal de respeto, señala Verónica Cisternas, presidenta de la agrupación de vecinos.

    niños abandonados

    Al llegar al cementerio, que fue donado por la familia Tapia con la finalidad de construir ahí un camposanto, se aprecia un solo mausoleo, el resto son sepulturas en la tierra. Algunas cuidadas, otras a medias y otras simplemente destruidas.

    A medida que se avanza se van viendo tumbas cada vez más deterioradas, abandonadas y algunas muy antiguas que aún conservan sus lápidas, pero que ya nadie visita.

    "Este cementerio es muy antiguo, hay fallecidos de hace más de 50 años que ya no quedan ni huesitos. Hay gente que viene al cementerio, pero que no encuentran a sus familiares porque no hay lápidas. Viene gente que le pone florcitas a cualquiera, si total todos son familias", señala Verónica Cisternas.

    Una de las cosas que llama profundamente la atención es la alta cantidad de menores de edad en ese camposanto, especialmente en la parte posterior del cementerio.

    Son los primeros y más antiguos entierros. Los pequeños, añosos y casi abandonados corrales o cercos dan cuenta de la gran cantidad de niños sepultados; en total, más de 30.

    "Lo que pasa es que antes la gente no iba a los hospitales. Los partos se hacían en las casas, por eso hay tanta guagua; hay fetos también que los retiran de los hospitales y los vienen a enterrar. Hay algunos abandonados, olvidados, porque ya nadie viene y cuando llega alguien que quiere recuperar, no se sabe dónde está", comenta la vecina.

    De los 196 sepulturas, 41 están como NN. Se desconoce a qué familia pertenecieron, cuándo fallecieron, o de qué edad. No se sabe nada.

    Una impresión similar tiene don Luis, vecino del sector, quien tiene a sus bisabuelos enterrados ahí. "En esos años, no existía control de niño sano. Yo voy a cumplir 70 años y ahí hay niños enterrados que yo no conocí. La gente tenía a sus guaguas con parteras en sus casas, imagínese que nosotros somos 12 hermanos y los mayores ni siquiera fueron recibidos por parteras, sino que por vecinos que sabían del tema y todo se hacía solo, sin doctores, nada", dice.

    mantención

    El 1 de noviembre es el día que más visitas reciben y donde la presidenta de la Junta de Vecinos y algunos vecinos se reúnen a "amononar" el cementerio. Fecha donde también aprovechan de cobrar la mantención anual.

    "El año pasado fue el último funeral, el derecho a sepultación vale 30 mil pesos y al año se cobran 10 mil pesos para la mantención, pero por esa plata no se puede hacer una mantención diaria por eso para el 1 de noviembre vamos a arreglar y ese día aprovecho de cobrar la cuota que antes era de 3 mil pesos no más", sostiene.

    Ahora están juntando recursos para construir una fosa para poder dejar ahí lo que ya está abandonado y así generar nuevos espacios, "ahora nos enteramos que no hay espacios perpetuos, o si no nadie pagaría", dice la vecina. J