• Centenario edificio recuerda que La Calera tuvo su propia maltería

    Una reliquia arquitectónica escondida en medio del verdor de La Calera. De esa forma se podría definir la exfábrica cervecera en la comuna del cemento, ubicada en el sector de Maltería, nombrado así justamente en relación a la industria.

    Con 133 años de historia, la estructura sigue allí intacta, tal como hace varias generaciones la pusieron de pie y en marcha los obreros caleranos. Y hoy, tras siete años de la última vez que sus bodegas recibieron el trigo, se planta ante el paso del tiempo como si fuese inmortal.

    Pero como toda estructura centenaria, han sido varios los pies que han caminado sobre su suelo, y diferentes los protagonistas que sus puertas han visto pasar.

    Hoy nos detendremos con el último de ellos, y quien además, cuida el recinto desde su cierre en 2016. Hablamos de Guillermo Ogalde, oriundo de La Cruz, con 75 años y casi toda una vida ligada a la exfábrica, pues tenía tan solo 25 años cuando ingresó por primera vez a trabajar en el lugar.

    Lo hizo como ayudante de laboratorista al comienzo, encargado de todo lo que tenía que ver con las cantidades exactas de cada tipo de cerveza, químicamente hablando claro está.

    Tras 11 años desempeñando sus funciones, se produce la primera quiebra de la empresa a cargo de las funciones cerveceras, por lo que los caminos entre Guillermo y la maltería se separan por primera vez, pero solo serían unos cuantos años, ya que la fábrica volvería a funcionar en 1986.

    Aún así, el crucino no volvería hasta 1998, cuando regresó para cumplir otro tipo de funciones: recepción y despacho del trigo o labores administrativas. De esta forma, se mantuvo trabajando hasta cuando cerró definitivamente la cervecería en 2016.

    "Era agradable venir a trabajar, bonito el ambiente laboral. No había tanta tecnología si, para todo se usaba mano de obra", comentó el extrabajador.

    un poco de historia

    Corría el año 1891, y eran varias las empresas de producción cervecera que existían en el país, la mayoría de propiedad alemana, y La Calera fue la ciudad escogida para instalar una nueva.

    Y aunque el ambiente político y social en Chile no era el mejor, fue Jorge Fuchs, de origen germánico, y su esposa, la valdiviana Guillermina Habermeyer, quienes fundaron la Cervecería Habermeyer y Fuchs para poner la primera piedra a su fábrica. Si bien esta última era pequeña en comparación con otras de la época, poco a poco se fue ampliando y ganando terreno.

    Pero un suceso natural detendría el embalado proceso. El terremoto de 1906, que tuvo como epicentro Valparaíso, traería graves consecuencias para la maltería calerana, dañando la estructura de la industria y marcando un nuevo punto en su historia, pues la firma debió unir a un nuevo socio el cual aportaría una inyección de capital para sobreponerse a los daños. Así la maltería pasaría a llamarse "Compañía Cervecera Fuchs y Plath".

    Tras ello, un nuevo comienzo se establecería para la cervecería, donde no solo crecieron como empresa si no que se comenzó a crear una comunidad aledaña a la fábrica. Y esto es porque en 1911, Fuchs dona terrenos a la comuna calerana, con el fin de que se construya una plaza de reunión social, un retén de carabineros, un colegio y un recinto deportivo.

    Este último sería importante en los años posteriores para la recreación de los trabajadores.

    "Uno se dedica en la semana a sus labores, pero los sábados y domingos la entretención que se tenía era el fútbol amateur. Teníamos un club deportivo bien famoso y estábamos respaldados por la empresa, todos querían jugar por la Maltería", asegura Ogalde.

    Finalmente, sería en 1916 cuando la Compañía de Cervecerías Unidas, mejor conocida como CCU, compraría la empresa calerana en una jugada que incluiría la adquisición de varias cervecerías a lo largo del país. Todo esto, con la intención de convertirse en el mayor productor del mercado nacional.

    Y es luego de este suceso, que la industria ubicada en la ciudad del cemento, comenzaría sus labores bajo el nombre de Compañía Cervecera La Calera. De esta manera operaría hasta 1985, donde tuvo la primera quiebra. Aunque un año después volvería a funcionar.

    en la actualidad

    A pesar de tener un renacer a principios del presente siglo, con exportaciones a Perú y Brasil, no pudo sostenerse en el tiempo. Y es así, que en 2016 se le dio un cierre definitivo a la fábrica tras entrar en quiebra. De la misma forma, la gran mayoría de sus implementos fueron rematados.

    Desde ahí hasta ahora, Guillermo Ogalde ha estado cuidando las instalaciones, en una instancia donde se pensaba que el lugar caería en el olvido, sin embargo, contrariamente, el lugar ha tomado una segunda vida.

    Y es que han sido cientas las personas de todo el país que han visitado la exfábrica, para conocer más de ella y su historia. Aunque las motivaciones han sido variadas, desde universidades que se acercan para estudiar la centenaria estructura hasta cazadores de fantasmas.

    "Han venido hartas veces de San Felipe de los grupos cazafantasmas, que vienen con maquinarias a sacar fotos. Han estado un fin de semana entero aquí, metidos en todos los recovecos que puedan a ver si encuentran algún fantasma", afirmó el cuidador.

    En el último día del patrimonio más de 300 peronas llegaron al lugar. J