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Robos, rucos y drogas: el drama de los vecinos del Biprovincial
La noche del martes, a las 20.00 horas, más de 500 vecinos de las Villas Bonifacio 1, 2 y 3, Manantiales del Inca, Jardines del Valle y áreas aledañas al Hospital Biprovincial de Quillota-Petorca salieron a la calle para decir basta. Lo hicieron de manera pacífica, ordenada y con un mensaje claro: la inseguridad se volvió parte de su vida diaria.
La manifestación, realizada en la intersección de O'Higgins con Alberti, fue el punto más visible de un problema que, según los propios vecinos, lleva al menos cuatro años escalando sin control, pese al apoyo de Carabineros y las autoridades municipales.
escalada delictual
Fernando Tamayo, presidente de la Villa Bonifacio Tercera Etapa, ha sido una de las voces que ha debido encabezar este proceso. Representa a un amplio territorio residencial que rodea al hospital, un sector que alguna vez se pensó como tranquilo y familiar, pero que hoy vive bajo una presión constante.
"Este proceso ha venido escalando desde hace unos cuatro años de esta parte", relata. Y aunque reconoce que la llegada del hospital trajo beneficios, también abrió una puerta inesperada: "Trajo a gente que a veces viene a delinquir y a drogarse en los terrenos que están alrededor del hospital, que están vacíos, pertenecen a una constructora que ya hace muchos años, más de diez años, tienen en proceso de abandono".
Esos terrenos, sin cierre adecuado y con pastizales altos, se han convertido -según los vecinos- en refugio para personas que cometen delitos, consumen drogas y vuelven una y otra vez pese a los operativos municipales.
pozo sin fondo
Tamayo describe un ciclo que parece no tener fin: "Han sacado rucos porque han habido rucos, vuelven a aparecer, los vuelven a sacar, multan a la constructora, pero esto es un ir y venir".
La situación se agrava porque muchas de estas poblaciones son "dormitorios": durante el día, gran parte de las casas quedan vacías. "Esta gente aprovecha esa instancia para entrar a robar", señala.
Los vecinos han instalado cámaras, han grabado, han denunciado. Pero sienten que nada cambia. "Siempre los toman detenidos, a la semana o menos, unos pocos días, vuelven de nuevo a aparecer, vuelven a hacerlo. Ya los conocemos".
Tamayo recalca que no se trata de un tema de voluntad, sino de falta de recursos.
vecinos organizados
La organización comunitaria ha sido clave. Una vecina creó un grupo de WhatsApp que hoy reúne a más de 400 residentes. Desde ahí coordinaron la entrega de un documento firmado por todos, que fue presentado en la alcaldía y en la Delegación Provincial.
"Don Luis nos recibió muy gentilmente… hemos tenido buena recepción, pero el problema sigue presente", lamenta Tamayo.
La frustración es evidente: "La policía no puede hacer absolutamente nada porque los toman detenidos, los llevan y después vuelven a salir. Es un cuento de nunca terminar".
robos a diario
La inseguridad se ha vuelto parte de la rutina. Los vecinos cierran sus negocios temprano, muchos antes de las 20.00 horas. "De repente aparece un auto… dispararon ahí afuera del negocio para robar unas pocas cosas", recuerda Tamayo sobre un hecho ocurrido hace un par de meses.
Los robos son constantes y, en ocasiones, insólitos:"Llegan con un gancho y se meten adentro de los antejardines y se roban esos poquitos de Navidad… hasta eso ha llegado".
El caso más repetido: el robo de cilindros de gas. Pero también se llevan bicicletas, alfombras, mangueras, maceteros, adornos, incluso mascotas.
Para Tamayo, esto revela un problema mayor: "También es un problema social que no se ha sabido abordar".
Los vecinos valoran el apoyo municipal, pero sienten que el problema supera a la comuna:"Esto hay que escalarlo hacia arriba, hacia los problemas de gobierno… las leyes que no pueden permitir que estas personas vuelvan a salir".
La manifestación del martes fue, según ellos, un grito colectivo:"Fue un grito ya de que basta ya. Nosotros somos ciudadanos, queremos paz, tranquilidad". J