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El profesor rural que puso a Cabildo en los ojos del mundo
En los valles de Cabildo, donde el silencio del campo solo se interrumpe por el sonido de la naturaleza, trabaja un hombre que hoy es orgullo nacional. Patricio Vilches Guerrero, de 42 años, no solo es el profesor de la Escuela G47 El Guayacán; es, para muchos, la prueba viviente de que la educación de calidad no depende de grandes infraestructuras, sino de la capacidad de transformar el entorno en un aula sin muros.
Aunque para él no fue fácil y la pandemia fue un nuevo punto de partida que le hizo despertar y encontrar en su entorno un mundo de posibilidades, Patricio siente que ese instante lo hizo agarrarse para hacer lo que más le gusta: enseñar.
RECONOCIMIENTO
Recientemente nominado como uno de los 50 mejores profesores del mundo, Patricio recibe este reconocimiento con una humildad que conmueve. Para él, este no es un triunfo personal. "Lo veo como un reconocimiento para la educación rural, la educación unidocente, los 492 profesores y profesoras que trabajamos en lugares tan apartados, en condiciones tan extremas, en abandono, con precariedades y falta de oportunidades", afirma con convicción.
MIRAR CON OTROS OJOS
Con 20 años de trayectoria docente -18 de ellos en el sistema público que siempre soñó integrar-, Patricio reconoce que su camino no siempre fue luminoso. Hubo un tiempo, tras volver de la pandemia, en que la soledad de la escuela unidocente y las carencias económicas pesaron.
"Los primeros años fue un periodo de salud mental no buena, muy reclamón por todo", confiesa. Sin embargo, hubo un quiebre interno que cambió el destino de su escuela y el de sus nueve alumnos: "Cuando empecé a dejar de quejarme por lo que no tenía, y empecé a encontrar en lo poco que tenía oportunidades, todo cambió".
Ese cambio de mirada permitió que el campo -con sus aves, sus animales, su folclor y su ciencia natural- se convirtiera en el eje de su proyecto educativo. "Cuando empecé a incorporar de manera técnica el campo en mi proyecto, ahí hubo un despegue en la escuela", explica.
NUEVE ESTUDIANTES
En El Guayacán, Patricio enseña a nueve estudiantes de entre 6 y 11 años. En ese pequeño salón conviven niños de primero a sexto básico, formando una estructura casi familiar. Aunque la soledad del docente rural puede ser dura, Patricio destaca la calidez de su comunidad: "Acá el profesor todavía es una autoridad, es querido, es respetado y apoyado. Es un clima muy tranquilo para trabajar".
A pesar de la visibilidad internacional que le ha dado el Global Teacher Prize, Patricio no tiene planes de partir. Aunque asesora a fundaciones y universidades, su corazón y su discurso están anclados en la tierra que lo vio nacer.
"Sería un contrasentido irme si mi discurso es con la educación unidocente, donde tanto hay por hacer. Cuando sienta que ya he dejado un legado, ahí podría emprender otro vuelo; por mientras, no", explica el docente cuya cuenta en Instagram es @profesolito.
cambios profundos
Desde su perspectiva como líder educativo, Vilches no esquiva el debate sobre la crisis de la educación en Chile. Para él, los pequeños ajustes ya no son suficientes. "El sistema que hoy día tiene la educación chilena ya no resiste el contexto actual", advierte, señalando que los niños de hoy llegan con habilidades distintas, pero con vacíos emocionales y valóricos que el sistema actual no logra cubrir.
Patricio Vilches Guerrero es un hijo de Cabildo que fue a Valparaíso a estudiar para luego volver a su origen. Hoy, con el mundo observando su labor, seguirá entrando a clases a las 8:30 de la mañana, convencido de que en la sencillez de una escuela rural se están ampliando los horizontes para una generación que ya no tiene miedo de soñar con la educación superior.
Fue la vocación, mezclada con la urgencia, lo que cambió el destino de la Escuela G47 de ElGuayacán. En medio de la desesperación por la falta de recursos y el aislamiento de la pandemia, Patricio Vilches dejó de mirar lo que faltaba para valorar lo que sobraba: el campo. Se aferró a los pajaritos, a la naturaleza y a la identidad de su comunidad para educar con sentido. Así, lo que comenzó como una estrategia de supervivencia pedagógica para sus nueve alumnos, terminó posicionando a Cabildo en el mapa del reconocimiento internacional. J