• Respuesta a la carta: "¿Es válida la destrucción de monumentos históricos?"

    La carta al director "¿Es válida la destrucción de monumentos históricos?", enviada a La Estrella de Valparaíso el pasado 10 de noviembre, plantea una pregunta provocadora, que merece una respuesta rotunda y fundamentada: No, la destrucción de monumentos históricos no es válida.

    Defiendo, con convicción, que estos símbolos no son meros objetos, sino puentes hacia nuestra identidad colectiva, forjados en las lecciones de generaciones pasadas. Destruirlos equivale a amputar la memoria de una nación.

    El texto parece sugerir que, en nombre del progreso o la reinterpretación contemporánea, podría justificarse la destrucción de estos legados. Sin embargo, esta visión ignora el marco legal chileno, pues la Ley 17.288, sobre Monumentos Nacionales, protege explícitamente estos bienes, prohibiendo su destrucción y priorizando su conservación como deber estatal y social.

    El patrimonio histórico es un derecho humano inalienable, esencial para la diversidad y la paz. El verdadero avance radica en la restauración inclusiva, que, como Corporación Patrimonio Marítimo de Chile, hemos demostrado en proyectos como el Museo Corbeta Esmeralda o la Hacienda San Agustín de Puñual, donde integramos voces diversas sin borrar el ayer.

    La historia enseña con crudeza que la demolición de estatuas en regímenes totalitarios o conflictos armados no resuelve agravios, sino que perpetúa ciclos de olvido. En Chile hemos aprendido de nuestro pasado: Desde la Guerra del Pacífico hasta las luchas por la independencia, nos instan a entender que honrar el patrimonio invita al diálogo crítico.

    Invito a la comunidad a un enfoque constructivo, para que enriquezcamos estos monumentos con narrativas plurales y educación, transformándolos en faros de reconciliación, no en blancos de ira efímera.

    Almirante Juan Andrés de la Maza

    Presidente, Corporación Patrimonio Marítimo de Chile

  • Falta de infraestructura en Villa Rukan y Reñaca Alto

    Me dirijo a usted con el propósito de visibilizar una situación que afecta a diario a los vecinos de Villa Rukan y de diversos sectores de Reñaca Alto. Aunque contamos con transporte público, las micros que circulan por la zona lo hacen con muy poca regularidad y, la mayoría de las veces, están completamente saturadas. Esta realidad complica los desplazamientos de cientos de personas, que deben esperar largos ratos o incluso caminar grandes trayectos para llegar a sus destinos.

    En primer lugar, la escasa frecuencia del servicio y la alta cantidad de pasajeros impactan directamente en la calidad de vida de los habitantes. Muchos vecinos sufren retrasos constantes para llegar a sus trabajos, estudios o consultas médicas, lo que demuestra una evidente falta de planificación y de equidad en el sistema de transporte comunal.

    A esto se suma la reciente construcción de nuevos paraderos en el sector de Mirador de Reñaca, mientras que zonas como Villa Rukan y Reñaca Alto continúan sin mejoras. Esta diferencia pone en evidencia una distribución desigual de los recursos municipales y una falta de atención hacia comunidades que también son parte activa de Viña del Mar.

    Por todo lo anterior, hago un llamado a las autoridades locales y de transporte a considerar las necesidades de estos sectores y a implementar medidas que aseguren un servicio más constante y digno. Una ciudad que aspire a la inclusión no puede dejar a sus vecinos esperando transporte público colapsado. Una movilidad justa y accesible es un derecho que todos los habitantes de Viña del Mar merecemos por igual.

    Nicolás Pedraza Pérez.

    Residente de Villa Rukan y estudiante de Periodismo PUCV

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