• Papá e hija llenaron de girasoles su casa en Limache

    Fue hace algunas semanas que Ornella Vignoli mostró en su cuenta de Instagram cómo los girasoles habían prácticamente invadido la casa de sus padres en Limache. Bastó que subiera un par de videos a su cuenta @ovignoli para que las preguntas llegaran una tras otra. Con sorpresa, contó que le llamó la atención que incluso otros vecinos de Limache le preguntaran cómo plantar los girasoles en sus patios.

    Y ahí comenzó a dar tutoriales por las redes sociales para contar el proceso del girasol, desde la siembra y la mantención, hasta la forma de extraer la semilla para luego volver a plantarla o transformarla en comida para hamster o incluso para complementar el desayuno con yogurt.

    Pero la historia tras el Instagram sorprende. Y acá aparece Mario, su padre, quien es el protagonista de la historia tras el verdadero pulmón verde de calle Condell, pleno corazón de Limache.

    "Mi mamá (Grace Valenzuela) partió contando que quería flores naturales, no artificiales. Eso fue en octubre de 2020", cuenta Ornella. "En el lugar donde venden alimento para mascotas compré la semillas de maravilla y se me ocurrió plantarlas por toda la casa. Macetero que había, ponía dos semillas. Tenemos dos patios, y también las dejé ahí", cuenta Mario.

    Y así pasó el tiempo.

    Ornella, la hija de ambos, cuenta que su papá siempre ha tenido el don de dar vida a prácticamente todo lo que planta. Por eso no le sorprendió que la casa se llenara, poco a poco, de girasoles. "Estaban en todos lados", cuenta con orgullo.

    Y así la casa se pobló de girasoles para cumplir el deseo de Grace. "Nunca habíamos tenido y nos sorprendió el tamaño, porque uno tenía la idea del tamaño, pero acá crecieron gigantes. Yo mido 1,72, mi papá 1,82 y los girasoles estaban sobre nosotros", cuenta Ornella.

    Lo que no sabía, y experimentó durante estas últimas semanas, fue la despedida de los girasoles. "Cuando cumplen su ciclo son como zombies, el peso del girasol hace que queden mirando hacia abajo y se comienzan a secar. Ahí uno puede sacar las semillas y volver a plantar o transformarlas en comida para hamster o para uno mismo, eso sí, hay que pelar la semilla", cuenta Ornella, mientras del otro lado del zoom explica el proceso que puede durar varias horas, por la cantidad de semillas que es capaz de tener el centro del girasol.

    Pero eso no es todo. En la casa-quinta de la familia Vignoli también hay parrones, limas, duraznos, granadas, tomates, almendros, nísperos, pomelos, granadas, kiwis, paltos, choclos, luffa, berenjenas, zapallos, pimentones, porotos granados, menta, romero, laurel, melisa, menta y hasta albahaca. "Todo es para nuestro consumo, aunque si hay alguna emergencia, tenemos para alimentar a todos los vecinos", cuenta Ornella entre risas.

    Ecosistema

    Desde hace algunos años, justamente a propósito del arribo de los edificios y la venta de las casas quintas en ciudades como Quillota, La Cruz y Quillota, el ecosistema ha cambiado.

    Parte de las afectadas han sido las abejas, las que sin muchas flores que polinizar, han debido migrar a otros lugares. Por eso la importancia de este tipo de espacios, los que en el medio de la ciudad, dan un respiro al ecosistema. "Acá tenemos abejas, chinitas, mariposas, abejorros. Es muy bonito lo que ocurre porque uno ve que estamos contribuyendo a la flora y fauna finalmente", cuenta Ornella. J