• Así funciona el comercio en la frontera sanitaria

    Una situación bien particular es la que viven quienes residen en la calle Lorca Prieto, arteria que justo constituye la división entre las comunas de Quillota y La Cruz, por lo que hay vecinos que están en cuarentena, mientras que los que tienen sus casas en la otra acera no están obligados a mantener el confinamiento, más allá de respetar el toque de queda en las noches.

    Se trata de una arteria que conecta, además, el camino troncal y la autopista y que, por lo mismo, mantiene un importante flujo vehicular para acceder a Quillota. Por ende, ahora es punto de control para quienes transitan por ahí.

    Un poco ajenos a esos controles están los dueños y trabajadores de los locales comerciales que hay en esta calle, particularmente los que se agrupan entre los pasajes Euskadi y Gipuzkoa. En la ferretería Reynan, por ejemplo, la encargada Sandra Trigo indica que igual algunas personas pasan la calle para comprar, "aunque con mucho cuidado los de la calle del frente, porque están en Quillota. Pero sucede que en esta época del año, por tener que pasar más tiempo en la casa por la pandemia, mucha gente se ha preocupado de hacer arreglas en los hogares, por las lluvias. Tenemos agotados los productos tapagoteras, por ejemplo; así que hasta ahora, en estos días de cuarentena en Quillota, no hemos tenido una gran baja de clientes".

    BAJA DE PÚBLICO

    Otros establecimientos comerciales de la calle Lorca Prieto que sí han resentido la falta de compradores, por estar los vecinos de la vereda sur, son la botillería San Joaquín y el minimarket Dublin.

    En el local de expendio de bebidas y licores, la vendedora, que prefiere no dar su nombre, cuenta que han sufrido una gran baja en las ventas, lo que se verificó en la noche del pasado sábado, ya que "antes no dábamos abasto esos días porque venía gente de varios sectores de Quillota a comprar aquí y no quedaba stock para el día siguiente. Con la cuarentena, esa gente ahora no puede venir".

    En este negocio también debieron suspender el servicio de caja vecina para evitar la aglomeración de gente. "Igual vienen personas de las casas del frente a comprar rapidito, no ha habido tanto control por esta calle", señala la mujer.

    Otro negocio en que ha bajado en buena medida la afluencia de clientes es el minimarket Dublin.

    Su dueño, Mario Ovalle, cuenta, mientras recibe un cargamento de artículos de aseo, que "uno se da cuenta que desde el sábado ya no vienen algunos clientes que uno identificaba, que eran caras conocidas. Es que ¿sabe?, aquí la gente sí respeta la cuarentena, en este caso los que están del lado de Quillota, no es como en Santiago que la gente igual sale, según lo que me cuentan algunos proveedores que también trabajan allá". J

  • Retraso en permisos afectó a comedor del cerro

    Un receso de una semana debió tomar el comedor del cerro Mayaca, el que desde abril daba alimento a poco menos de 200 personas.

    ¿La razón? Según explica Nelda Rodríguez, presidente de la Junta de Vecinos Progreso y Desarrollo, simplemente hubo problemas en la entrega de permisos especiales para las seis personas que trabajan, de manera voluntaria, en el comedor ubicado en el sector alto de Quillota.

    "Cuando supimos de la cuarentena iniciamos los trámites para obtener los permisos con la encargada de los comedores, nos derivaron con otra persona, mandamos el listado y nos tramitaron viernes, sábado, domingo y lunes. Nadie sabía nada, así es que como no teníamos permiso, avisamos que no habría almuerzos", dijo la dirigenta, quien destacó que el miércoles por la tarde les avisaron que estaban los permisos.

    El lunes la propia Nelda junto a Adriana Olivares, Brenda Valencia, Margarita Correa, Soledad Navarro y Víctor Astudillo, esperan retomar el comedor con fideos para las cerca de 200 personas que atienden. "Es ahora cuando más nos necesitan", reflexiona la dirigenta, quien destaca aportes como el del empresario César Villegas y de muchas personas y organizaciones. J

  • Poca gente en la feria Sargento Aldea

    Con problemas arrancó la cuarentena en la feria Sargento Aldea. El sábado Mario Lazcano, presidente de los locatarios, contó que varios puestos no pudieron abrir porque no tenían los permisos para poder llegar al lugar. Sin embargo, a mitad de semana ya varios espacios estaban abierto.

    En el acceso se ubicó personal del Ejército y Carabineros, quienes realizan la revisión de los permisos correspondientes a quienes acceden al lugar.

    Pasado el control, los locales atienden con total normalidad y con los mismos precios bajos de siempre. Eso sí, la baja de pública es notoria y sorprendió a los dueños de locales.

    "La verdad es que esperábamos que llegara poca gente, pero ha sido mucho menos de lo que pensábamos", agrega Jorge Vergara, uno de los locatarios ubicados en el inicio de la feria.

    Hay que recordar que la feria Sargento Aldea, desde antes de la cuarentena, inició acciones como la sanitización de sus espacios, el uso de medidas de seguridad para locatarios y el resguardo de la distancia física en el lugar. J