• Waldemar recuerda cuando llegó a Chile a jugar por ULC

    Hoy se maneja con autoridad en los sets televisivos con su análisis del fútbol, aunque como todos, comenta los partidos de las ligas europeas, a la espera de que pueda regresar el campeonato nacional a nuestras canchas en la improbable fecha del 31 de julio y el 1 de agosto que pusieron sobre la mesa desde la ANFP.

    Es Waldemar Méndez quien hace unos años partió su carrera en los medios con una pizarra en el CDF , aunque sus inicios en el balompié se remontan a sus años de infancia en la localidad bonaerense de Laprida, cuando sus condiciones de atajador lo llevaron a Ferrocarril Oeste, club que lo lanzó al profesionalismo. Pero el giro grande que este portero dio a su vida, lo hizo cruzar la cordillera y lo trajo hasta La Calera, donde inició su periplo en los arcos chilenos, y también donde cerraría un tiempo después su carrera bajo los tubos.

    "Recuerdo que un amigo mío en Argentina, Claudio Valz, fue el nexo que tuve para venir a Calera. Le pregunté si había alguna posibilidad en Chile, porque yo entendía que esa era mi posibilidad de ser profesional por mucho tiempo más, estaba a una edad (23) donde uno todavía uno puede estudiar o ser profesional del fútbol, que era lo que yo había abrazado desde chico", relata el actual panelista deportivo de radio Futuro.

    Valz de hecho, un pelilargo delantero que había venido antes a Unión La Calera desde Ferro, lo esperó en el aeropuerto de Santiago y le tuvo que aclarar unas horas después, que en la ciudad a la que llegaba no había, en esa época, un gran centro comercial.

    Poca plata...

    "Si él no hubiera estado en la puerta de embarque, no hubiera sabido para donde partir, no conocía a nadie acá en Chile, era casi la primera salida de mi casa. Nos embarcamos en bus rumbo a Calera, y cuando íbamos pasando el puente (que une Artificio con la ciudad), ya de noche, yo veo unas luces muy importantes hacia la derecha, casi abajo donde está la cruz del cerro en que dice bienvenido a La Calera. Qué lindo, le digo a Claudio, ¿es el mall? No, me dice, es la fábrica de Cemento. Esa fue mi bienvenida a Calera", rememora el exarquero sobre ese momento de 1994, en que también lo tranquilizó la presencia de otro coterráneo en ese plantel calerano, el volante Daniel Cinti.

    A diferencia de ahora, en que los cracks que vienen al cuadro calerano viven frente a la playa en Concón, Waldemar Méndez se transformó en un vecino de La Calera. Hizo amistades en la ciudad, y también pasó las pellejerías que se vivían en el club."Los meses a veces duraban 90 días, o nos pagaban con vales de supermercado. Además, ese año peleamos por mantener la categoría (no bajar a Tercera), así que había que sobreponerse a muchas cosas; pero uno a esa edad estaba dispuesto a pasar esas cosas para jugar al fútbol".

    Grandes recuerdos

    Pese a todas las apreturas, este argentino nacionalizado chileno recuerda con cariño esa época porque según confiesa, "logramos hacer barrio, logramos hacernos de amigos, que sé yo, aparecía John Silva (actual concejal) y nos traía el diario, aparecía otro amigo y nos tiraba una piedra en la ventana porque no teníamos timbre, y nos traía dobladitas, o Ricardo Díaz (otro exarquero), que nos invitaba a tomar once a su casa; las conversaciones con Bichara y toda la gente de esa colorida calle central (J.J. Pérez, la calle de los turcos). Cuando tenía menos tiempo para conversar me iba por el sector de la estación: son cosas que quedaron en el recuerdo, porque así se construye lo que uno es ahora".

    Otros amigos de esa época que dejó Waldemar Méndez, fueron el ya fallecido Alfredo "Torpedo" Núñez, quien también fue su técnico, y el eterno utilero Jorge Arancibia, "ya que él era Calera; a veces debía dar la venia para hacer doble turno de entrenamiento, porque había poca indumentaria. Él tenía que lavar con estas lavadoras de tambor y no sé cómo hacía para tener todo impecable y seco de un día para otro. Era y es el corazón de Calera Jorgito".

    Tal vez por eso, Méndez volvió a Unión La Calera en 2001 y en 2005, año en que colgó los botines, y los guantes, para posteriormente tomar el micrófono. J